domingo, 15 de abril de 2012

Estuvimos en: Abadía Cisterciense de Cañas


Durante la Semana Santa del año 2.011, realizamos un viaje por las provincias de La Rioja y Navarra. En una de las salidas culturales que efectuamos por la zona, nos acercamos a conocer la Abadía de Cañas, una pequeña joya de estilo gótico y que figura entre los primeros monasterios femeninos de la Orden del Císter en España. También conocido como el Monasterio de la Luz, tuvimos el placer de poder conocerlo a través de una visita guiada facilitada por la propia chica que controlaba el acceso al recinto. La verdad que el sitio nos resultó de lo más interesante, conjugando perfectamente la austeridad de un edificio típico de la orden cisterciense, con la belleza del conjunto que a continuación expondremos de forma resumida.

El Monasterio de Cañas fue constituido en el siglo XII y edificado en su mayor parte a lo largo del siglo XIII, bajo el impulso de su abadesa Doña Urraca López de Haro, hija de los verdaderos fundadores de la abadía, el conde Lópe Díaz de Haro y su esposa Aldonza Rodríguez, señores de Vizcaya y familia de enorme poder en la región durante todo el periodo medieval. Los años de mayor esplendor de la abadía fueron con el mandato de la referida abadesa, la cual incluso ordenó construir un Hospital en la localidad de Cañas.


El Monasterio de Cañas tiene cuatro elementos de gran importancia y valor artístico. Por cada uno de esos elementos, por sí solos, os aconsejamos una visita para su conocimiento de primera mano, aunque si no os es posible, aquí os dejamos nuestras impresiones.

Sepulcro de Doña Urraca


Está enterrada en la antigua sala capitular. El sepulcro gótico de la beata abadesa Doña Urraca (al parecer su cuerpo está incorrupto) fue esculpido en piedra labrada del siglo XIII, en el que está representado su cortejo fúnebre y constituye uno de los tesoros del convento.

Muestra a la abadesa yacente en la lápida ataviada con sus atributos abaciales. En uno de los frentes de la caja se esculpió la bella escena de la subida al cielo de la beata, donde su alma, con forma de niña, es recogida por dos ángeles.

El resto de las caras muestran con precisión y calidad artísticas, escenas de la vida de la beata, así como el pésame de monjas, mujeres y frailes tras su muerte.

Cabecera de la Iglesia


La iglesia es un excelente ejemplo del estilo gótico más puro, y tiene tres preciosos ábsides centrales con seis amplios ventanales cubiertos con láminas de alabastro, que bañan de luz blanca el interior del templo (de ahí que se le denomine Monasterio de la Luz, como ya hemos indicado anteriormente). En el extremo opuesto se encuentra el retablo mayor renacentista, del siglo XVI, otra de las joyas de la abadía, con ricas pinturas e imágenes de Andrés de Melgar y Guillén de Holanda.


Originalmente el retablo estuvo situado en el ábside central, cubriendo los ventanales góticos. Su forma es la de un gran tríptico, mezclando escultura, en sus calles centrales, y pintura en las laterales. En 1975 fue desmontado y trasladado a los pies de la iglesia, dando un mayor realce a todo el conjunto. El retablo fue encargado por la abadesa Leonor de Osorio, quien incluso aparece retratada en uno de los cuadros, el dedicado a la lactancia de San Bernardo.

Los elementos que se conservan del retablo son oríginales, excepto por las tres tallas que ocupan la parte central del primer piso. En el centro se encuentra una talla gótica del siglo XIV, con las características habituales, rostro hierático, corona, niño sobre una rodilla, y mano en alto sujetando una flor. Le acompañan dos tallas del siglo XVII, un San Benito de Nursia y un San Bernardo de Claraval.

Sala Capitular del Monasterio


Obra de la segunda mitad del siglo XIII. La entrada es preciosa con tres vanos rodeados de arquivoltas apuntadas muy decoradas con hojarasca gótica, entre los que aparecen hojas de roble y de vid y la cabeza de un hombre, boca abajo, que bebe el jugo de un racimo de uvas situado sobre él. Un curioso testimonio de hace setecientos años sobre la cultura vitivinícola de la zona.

Conjunto de portadas


Un vistazo a las alas del claustro del Monasterio de Cañas nos muestra varias puertas de acceso a la iglesias y a otras dependencias monásticas. Hay algunas sencillas de medio punto totalmente románicas y otras de transición al gótico.

La más importante es la que comunica la iglesias con el claustro. Es un ejemplar precioso y elegante, típico del tardorrománico cisterciense.

Se visitan también el claustro; la antigua cilla o almacén, que hoy alberga un pequeño museo de arte religioso, y una sala de reliquias en la que figuran, entre otras curiosidades, varios cráneos atribuidos a algunas de las once mil vírgenes que, según la leyenda, fueron martirizadas junto a Santa Úrsula.

En la actualidad la abadía sigue habitada por una pequeña comunidad cisterciense de monjas de clausura. Fue declarada monumento nacional en 1943.

Nota: Las fotografías aquí expuestas están sacadas de la página web de la abadía, ya que durante la visita guiada que realizamos a la misma, no nos estuvo permitido sacar fotografías.